Para reconocerlas las hemos agrupado mentalmente en constelaciones.
Por causa de los movimientos del puesto de observación -el planeta Tierra- parece como que las estrellas se movieran, se desplazaran de E a O (al contrario del sentido de giro del planeta), para volver a aparecer por el Este a la noche siguiente. La configuración del cielo cambia mes a mes, aunque la misma sucesión se repite al año siguiente.
El planeta Tierra gira sobre sí mismo en torno a un EJE. Si proyectamos ese eje imaginariamente a través del espacio, veremos que apunta a una estrella determinada, tanto para la prolongación del eje hacia el Norte como hacia el Sur.
Por supuesto, la estrella que encontramos en los extremos no es la misma. Esas estrellas se mantienen quietas e inamovibles por cierto período de tiempo. Esto es así porque el propio eje no es inamovible, sino que dibuja un círculo en el firmamento en el transcurso de más o menos 26.000 años; a este fenómeno es que se le da el nombre de Precesión de los Equinoccios.
Estos fenómenos que los humanos han descubierto mirando el cielo nocturnode manera sistemática y durante generaciones, resultan útiles a varios propósitos.
1. Las estrellas Polares guían a los viajeros y navegantes mejor a como lo hace una brújula (que apunta al norte y al sur), ya que con una simple observación se puede verificar rumbo y determinar latitud.
2. Ha servido para medir el tiempo, como un gigantesco e infalible reloj cósmico.
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